3 de noviembre de 2013

Gris y para abajo.

Y en un momento lo ves todo tan feo que ya no es así: no ves el mundo gris; es que ya no hay otro color o forma.
Gris y para abajo. Todo te indica lo mismo; sigues y todos los caminos desembocan en lo mismo: gris y para abajo.
Qué vas a hacer, sólo te repites un ''recaída no, recaída no''.

Ni lo que parecía.

Con el nombre de ''estrella'' daba la cara al mundo y tan sólo era un agujero negro; un cúmulo de materia que quiere ser expresada pero se mantiene comprimida. Reprimida. Presionada.

(Que, que, que).

Que sí,
que ahora parece que ya nada importa, que tú no querías y que sólo era yo.
Que parecíamos cercanos, como carne y uña.
Y resulta que estábamos más lejos que de aquí al Sol. Como él, ¿no? Tonta yo, hacía tiempo que ni brillábamos.

29 de abril de 2013

El lugar.

Amanecí en un lugar al que llamaban ''Ayer''.
Descubrí que vivía entonces del recuerdo, que me buscaba las cosquillas, de esas que duelen; que rebuscaba bajo cada poro buscando respuestas y susurraba que no pararía hasta encontrar algo.
''No busques, no hay'', dije, ''sólo llévame; de aquí; de todos''.

28 de abril de 2013

Esas putas preguntas que te comen la cabeza y te impiden avanzar.

Qué somos y qué hacemos. Por qué yo... o por qué tú. Bueno... por qué nosotros. Qué hay. Qué ha habido y por qué.
Una pregunta y mil respuestas; o quizá mil preguntas y una respuesta. O ninguna. Nada. Pero quién sabe.
Todas las putas noches esperas que te llamen, que te escriban... algo. Aunque sea el viento; pero hasta él está ocupado para alguien como tú.

22 de abril de 2013

Kms.

Mi piel se pone a punto; no deja pasar el más mínimo soplido de aire.
Intento calmarme. ¿Cómo? Quién sabe, o mejor aún, qué importa...
Te escucho de fondo cantar esa canción que consigue lo que pocas veces han conseguido hacer en alguien como yo. 
Cómo te voy a escuchar. Te siento cerca, pero... ''No te engañes, boba, y recuerda que os separan millones de pasos''.

14 de abril de 2013

Lo siento.

Decido entonces abrir los ojos y querer ver dónde me encuentro. Dónde. Esa palabra. Imposible respuesta a una jodida palabra. Me siento incapaz de responder. ''Ni para eso'', pienso.
Intento mirar a mi alrededor y sólo veo mierda. Sí, mierda. ¿Qué me hace feliz? ''Intenta conocerte, idiota'', me repito.

Hoy me siento tan débil, que hasta el simple aire puede pisarme, y siento que lo hace; que ya lo hacía desde hace mucho tiempo, pero no dolía; era fuerte, una niña.

Intento mirarme veinte mil veces al espejo y trato de darme cuenta de la realidad, de qué veo. Siento una fuerza que me repele de él. Una fuerza llamada 'Miedo'. Así se llama. Lo veo. Él hace que me aparte, hace que actúe como si fuéramos dos polos iguales, que se repelen.
A pesar de ello, me enfrento al espejo y a Miedo. ¿Por qué tan crueles? ¿Por qué yo? ¿Qué me ha pasado? ¿Qué nos ha pasado? ¿Por qué? Intento responderme pero abandono, me es imposible.

Miro hacia atrás y veo a una chica hace dos meses que trataba de ayudar a todo el mundo, sonreía siempre, aunque le doliera todo por dentro.
Vuelvo a mirarme ahora y entiendo aún menos qué ha pasado.

Entonces es la hora, caen. Una detrás de otra, recorriendo exactamente el mismo camino, ocupando el mismo espacio; del ojo hacia donde quieran llegar. Parece hasta estar ensayado, y quizá sí, pero, ¿quién lo sabe?, ¿quién se fija?

Si tengo que decir algo, sólo me sale un 'lo siento'. ¿Por qué? Seguro que es por algo, no hagas que le dé más vueltas, sólo acepta esas dos palabras.
Lo siento.

24 de febrero de 2013

Se mueren por hacerlo.

Siempre han sido naturales, lo han llevado todo como antes, como cuando eran dos niños: no se preocupaban por sus sentimientos. Sabían que estaban ahí pero nunca les habían dado importancia, -al fin y al cabo son algo que nace y permanece en nosotros-, pues hablaban entre ellos como si ninguno supiera lo que pasaba por la cabeza del otro.

La realidad era que los dos lo sabían.
Lo sabían como si hubieran paseado por todo el cuerpo del otro y se conocieran cada marca en la piel. Y, quizá lo habían hecho. O no.

El sentimiento actual es la sensación de que algo ha pasado. ¿La realidad? Nada. No ha pasado nada.
Ahora los dos siguen mirando sus perfiles cuando están de bajón o simplemente cuando necesitan recordar sensaciones con las que se sintieron a gusto en su día.
Analizan sus conversaciones de forma milimétrica, mirando puntos y comas, y seguro que hasta se saben alguna de memoria.
Lo que hacen es morderse la lengua y suspirar, para no derramar una sola lágrima más. Lo cierto es que lo hacen, es inevitable.

Pero a pesar de todo, ninguno da el paso.
¿Lo peor? Se mueren por hacerlo.