8 de abril de 2012

Días.

Estábamos desesperadas. Los segundos pasaban y allí no llegaba nadie. Sentadas en un muro en frente del parque, hablábamos haciendo tiempo.
Pasaron unos minutos y al fin los vimos. Eran tres. Entre ellos estaba él.
Fuimos todos juntos a sentarnos un poco más arriba. Mientras andábamos me cogió la mano. Al llegar arriba, Carla, mi amiga, sacó la cámara y empezaron a echarse fotos todos, yo preferí quedarme sentada. Él se dio cuenta y se sentó conmigo diciéndole a Carla que nos echara una foto. En ese momento me limité a mirar a la cámara, y agarrarle la mano impidiendo su huida. Mis piernas temblaban como si experimentaran una experiencia nueva.
Decidimos ir a unos bancos más alejados. Todos iban haciendo tonterías menos nosotros. Nosotros hablábamos. Se cruzaban miradas, sonrisas, caricias, te quieros...
Al llegar a los bancos donde había un parque, quisieron ir a una calle desde donde se veía toda la ciudad. Por el camino no hacía más que susurrarme al oído que me quería y que estaba preciosa. Me daba besos en la mejilla. También me cantaba a trozos nuestra canción.
Yo estaba bloqueada, no imaginé que podía llegar a decirme tales cosas, y menos sabiendo como son los chicos. Él era diferente.
Nos pusimos por delante de todos y me dijo que parara de andar.
-Ey, mírame. -dijo mientras se me acercaba cada vez más.
Lo miré, y viendo sus intenciones le puse la mejilla otra vez. En mi cabeza daba vueltas lo tonta que fui al hacer eso. Tenía ganas, pero el miedo se apoderaba de mí fácilmente.
Lo intentó varias veces, pero yo seguía sin acceder. Por dentro me arrepentía, pero ya era incapaz de hacer otra cosa.
-Eres una niña súper difícil, pero eso te hace especial y diferente.
Al llegar a aquella calle, todos nos apoyamos en una valla verde. Él me cogió por detrás y me giró para que lo mirara. Volvió a intentar besarme. Me volví a negar. Se dio cuenta.
-¿Por qué me apartas la cara? -me dijo sonriendo.
En ese momento, me dejé llevar. Lo miré sonriendo y lo besé.
Nuestros amigos miraban y él soltó un '¡Ahora volvemos!' y nos alejamos un poco de ellos. Besos y más besos. Me regaló su collar. Collar que aún conservo.
Son días de los que me acuerdo bastante, y a veces, echo de menos. Sé que no lo olvidaré jamás.